La comunidad afrodescendiente en Perú es relativamente pequeña, representando alrededor del 2.8% de la población, con Lima teniendo la mayor concentración, alcanzando el 26%. Barranco, un distrito de Lima conocido por su atractivo turístico, también cuenta con una significativa población afroperuana. El 3 de octubre de 2022, en Barranco, la calle Jirón Domeyer fue vandalizada con un lema racista: «No negros en Barranco». Sorprendentemente, este graffiti racista recibió una mínima cobertura mediática en la capital, a diferencia de un incidente previo en el mismo distrito. Sin embargo, las redes sociales desempeñaron un papel crucial al difundir el evento y promover actos de resistencia. Activistas afroperuanos y figuras influyentes en los ámbitos político y cultural compartieron fotos y videos en sus redes sociales, atrayendo la atención hacia el tema. En este análisis, el enfoque se centra en los actos de agencia ciudadana y resistencia, otorgando una poderosa voz a la minoría afrodescendiente profundamente marginada en Perú. Se destaca el poder convocante de las redes sociales en estos movimientos de resistencia. Estos actos son esenciales para moldear el paisaje semiótico, no solo afirmando una voz, sino también reclamando explícitamente un sentido de lugar y pertenencia para los ciudadanos afrodescendientes en Barranco. La intervención arroja luz sobre la importancia de estas acciones y la necesidad de reconocer y amplificar las voces de las comunidades marginadas en el país.